Wednesday, April 28, 2010

Mon voisinage.

Estilo de antaño, personalidad actual

Reporteado por: Esteban Zamorano
Hay rincones de Santiago que tienen un sonido especial. A sólo una cuadra al norte de la Alameda, entre Brasil y Cumming, el barrio Concha y Toro absorbe todo el ruido capitalino, y entre el susurro del viento, el ruido del agua de la pileta y el infaltable músico ensayando al aire libre, se pueden escuchar melodías que recrearán tu escena favorita de Amélie
Foto: M. C. Bunster/F. Miranda
El barrio Concha y Toro, actualmente declarado Monumento Nacional, está limitado al poniente por la calle Maturana, donde en la pandereta trasera del Liceo de Aplicación se pueden ver murales dedicados al movimiento scout, al lado de graffitis contestatarios tipo “Desde la sala de clases a la lucha de clases”; al oriente con la Avenida Brasil; al norte con la calle Erasmo Escala y al sur con la Alameda, donde las calles se llenan de tiendas de rodamientos alrededor del titánico Teatro Carrera, lugar de culto para la bohemia adolescente santiaguina donde los quinceañeros amalgamaron la estética emo, brit-pop y gótica, logrando un híbrido visual que, unido al caribeño reggaetón de las discos diurnas de República, fue el punto de partida de los Pokemones.
La Escuela de música de la Universidad ARCIS (antiguamente escuela de música de la SCD) lleva más de 7 años funcionando en Concha y Toro 29, y logra que recorrer el barrio tenga una banda sonora de guitarras acústicas (o acordeones, dependiendo de la ocasión) que acompañan en sus paseos a los escolares, los turistas o al infaltable perro callejero.

Foto: M. C. Bunster/F. Miranda
Foto: M. C. Bunster/F. Miranda
Sus adoquinadas calles respiran una historia vivida y posteriormente recreada para el cine y TV. Tan sólo a modo de ejemplo: unos metros separan las casas número 34 y 46; en la primera vivió Vicente Huidobro y en la segunda se grabó la miniserie El vuelo de Vicente. Recientemente, Erto Pantoja y Manuela Martelli actuaban en la plaza de la Libertad de Prensa, cuya pileta central es parada obligada para quienes recorren el barrio, con atuendos de 1891, mientras grababan las escenas de Cartas de Mujer, una nueva producción Bicentenario ambientada en el gobierno de Balmaceda.

En la entrada de la antigua casa del poeta, subiendo por peldaños adornados con pétalos de rosa, funciona el restorán Zully (Concha y Toro 34), que este año ganó el primer lugar de la Guía Culinary en la categoría “cena romántica”. Su iluminación, olor y decoración logra tal sensación de intimidad que incluso hace pasar desapercibido los adornos fuera de contexto, como una foto ampliada de dos luchadores grecorromanos en su salón principal.

Foto: C. Bonilla/K. Seelemann
Restaurant Zully. Foto: C. Bonilla/K. Seelmann

Yo no cambio mi almacén
Si bien el reducido circuito gastronómico del barrio no da lugar a picadas, ya que sólo está el Zully y el Club Santiago (Erasmo Escala 2120), siempre se puede recurrir al almacén “Barrio Concha y Toro” (Concha y Toro 54-B), inaugurado el año 1968, donde doña Luz Martínez atiende hace 7 años el negocio familiar. Sus módicos precios, como empanadas napolitanas a $500 o enormes sopaipillas a $150, han sabido adaptarse a la condición cada vez menos residencial del barrio. Las amplias casas fueron diseñadas para las familias numerosas de comienzos de siglo, pero actualmente, al reducirse el tamaño de éstas, los dueños prefieren arrendarlas a empresas o instituciones.
Entre éstas están la mueblería Pouf.cl (Concha y Toro 36) y la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI (Concha y Toro 13). Por la misma calle, en el número 41, funciona el Hostal Tales, cuya alta afluencia de turistas extranjeros no significa mayores ingresos para el almacén: “Lo único que compran es agua mineral sin gas”, afirma Luz.
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Foto: N. Reyes/P. Venegas

El almacén perdió a muchos clientes, cuenta Luz, cuando se cambió la sede del PS, desde el Palacio Concha (Concha y Toro 46) a su ubicación actual en París 873; y luego la del PPD: de la casona de Erasmo Escala 2154 a Santo Domingo 1828. Sin embargo Luz afirma: “He tenido que adaptarme a las necesidades de los vecinos nomás, ahora ofrezco desde condones hasta espumaderas”. En su local se puede observar la abundante venta de sándwiches en panes amasados, con orégano o semillas de sésamo, ya que ella no cobra por armarlos, por lo que al sólo pagar la unidad de pan y las láminas del embutido, se ha convertido en el almacén regalón de los estudiantes del sector. Su negocio tiene todo el estilo del increíblemente variado almacén de campo, donde uno ve que venden desde hilo de coser hasta cintas vírgenes de 8 mm.
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Foto: C. Bonilla/K. Seelmann


El desalojo en Concha y Toro
Hasta junio, los vecinos de doña Luz eran los miembros del Centro Cultural Ainil. Éste se ubicaba en el edificio patrimonial ex Palacio Walker, ya que tenían la propiedad en comodato por 12 años. Incluso habían ganado un FONDART para recuperar y mantener la propiedad, debido a que el edificio estaba en condiciones deplorables, infestado de ratones, escombros y con el techo lleno de filtraciones.
El centro cultural llevaba 6 años funcionando y habían logrado superar los problemas de infraestructura; sin embargo, su violento y confuso desalojo por parte de Carabineros causó una gran polémica, ya que el centro cultural logró recuperar un edificio patrimonial que estaba abandonado, pero luego fueron desalojados antes del término del comodato para, al parecer, desarrollar un proyecto inmobiliario.
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Foto: M. C. Bunster/F. Miranda

Esto afectó de igual forma a Luz Martínez porque la Municipalidad también intentó desalojarla. Ella tuvo que recurrir a un abogado para demostrar que, a través del pago de su patente y el arriendo desde hace más de 40 años de ese local comercial, no correspondía la orden de desalojo en su contra. Asegura que el apoyo de los estudiantes de la escuela de música le fue imprescindible para soportar el acoso jurídico ante lo que consideraba una colusión de intereses compartidos para construir un hotel en el cada vez mas preciado lugar.

En la entrada del almacén duerme el perro callejero que recorre el barrio. A sus doce años ya no le quedan dientes. Sin despertarlo, frente a él un acordeonista toca su instrumento y la nueva banda sonora comienza con la melodía del tango “Cambalache”. Es fácil encantarse en este barrio que en tan sólo cuatro manzanas demuestra personalidad y estilo.
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Sin comentarios Etiquetas: ANAMURI, Barrio, Brasil, cartas de mujer, centro cultural, centro cultural Ainil, Club Santiago, Concha y Toro, Cumming, desalojo, Edificio ex Palacio Walker, el vuelo de vicente, Erasmo Escala, Escuela de Música de la Universidad Arcis, hostal Tales, liceo de Aplicación, Maturana, Palacio Concha, Pouf.cl, República, Santiago, teatro carrera, Zully

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